Cinesofía en Don Juan de Marco, un tandem quijotesco entre Brando y Deep

Hacía ya muchos años que no veía una misma película dos veces en un mismo día, pero ayer volvió a suceder este milagro de la mágica fascinación cinéfila con el film Don Juan de Marco interpretado magistralmente por Marlon Brando y muy aceptablemente por Johny Deep (1995), siendo el director y guionista,  Jeremy Leven y el productor el gigante Francis Ford Coppola. Estudio: New Line Cinema. Año: 1995. Intérpretes: Marlon Brando, Johnny Deep y Faye Dunaway.  Don-Juan-de-Marco,-ficha-tecnica-y-sinopsis

Escribo estas líneas mientras escucho el tema musical principal de la película de Bryan Adams, y con la guitarra de nuestro gran Paco de Lucía, Have You Ever Really Loved A Woman?

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La película me resulta maravillosa y el referente literario principal se encuentra en la obra de teatro El burlador de Sevilla que escribiera Tirso de Molina entre 1612 y 1625 en la que aparece el amante y embaucador Don Juan, que posteriormente sería reinterpretado por otros autores en todo tipo de manifestaciones artísticas, siendo Don Juan de Marco la más fascinante de todas ellas, a mi parecer. Y por cierto que, como soriano, no puedo por menos que reseñar que fray Gabriel Tellez (Tirso de Molina) visió sus últimos años en la ciudad de , siendo nombrado comendador del convento de Nuestra Señora de la Merced, para fallecer en Almazán un 12 de marzo de 1648.

¿Por qué me ha encantado la película? Por varios motivos pero el más esencial quizás sea el tratamiento cinematográfico dado al Eros con reminiscencias platónicas, de Plotino y de Marsilio Ficino, con frases como ésta pronunciadas por Deep: «Hay personas que no creen que una sola alma nacida en el cielo pueda dividirse en dos espíritus gemelos y precipitarse como estrellas fugaces sobre la Tierra, por encima de océanos y continentes, donde sus fuerzas magnéticas acabarán uniéndose de nuevo en un solo ser… ¿de qué otra forma se puede explicar un flechazo?».

O esta otra: «Su belleza no consistía en figuras y formas, sino que resplandecía desde el interior como una estrella». 

Un Eros que trasciende todo espacio y tiempo: ·Cada vez que nos estrechábamos entre nuestros brazos el tiempo se detenía. Durante aquellos cuatro meses no existió el día ni la noche, solo mi amor y el suyo…» 

A Jung le hubiera gustado mucho esta película, seguro…, y en ella habría visto a su amado arquetipo del Anima en diversas facetas, entre otras cosas, como las que indico a continuación.

«El amante más grande del mundo», se autodeclara don Juan de Marco, y ante su pasmado psiquiatra declara: » En la vida sólo hay cuatro cuestiones importantes: qué es sagrado, de qué está hecho el espíritu, para qué vale la pena vivir, y para qué vale la pena morir. Sólo existe una respuesta: el amor». Toda búsqueda profunda del amor en la mujer, para la psique masculina, es un reflejo del arquetipo de la «coniunctio oppositorum», y ésta esconde, en definitiva, a la Divinidad como bien expresara el cardenal Nicolás de Cusa y, en nuestros tiempos, C.G. Jung. Así que no es de extrañar que el gran maestro sufi Ibn al Arabi fuese «el intérprete de los deseos» y que viese en la mujer amada la teofanía mejor corporizada, o, dicho en palabras de Don Juan de Marco: «Una mujer, es lo más cerca que puede estar un hombre de Dios»,

Por otra parte, el juego que nos plantea el film entre el inconsciente colectivo y la consciencia colectiva, entre lo imaginario y lo material, entre la ficción y la psiquiatría racionalista sin alma, es otro de los grandes atractivos del film, en parte analizados en el ensayo de Rosmar Brito/Magalys Caraballo. Don Juan de Marco: la ficción de la realidad o la realidad de la ficción. (Argos, 38, Julio 2003. pp. 75-97)

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El personaje central, Don Juan de Marco, va transformando a todas las personas con las que se relaciona, y no exclusivamente las mujeres (a las que deja prendadas, enamoradas, hechizadas… excepto a la única que realmente le interesa). Esta facultad de transformar a los más cercanos me recuerda, en cierto modo, al personaje del visitante en la película Teorema de Passolini.

En Don Juan de Marco la mayor transformación le acaece al psiquiatra que le está tratando, un Marlon Brando que incluso físicamente emula a Sancho Panza y que, poco a poco, merced al carisma de Don Juan de Marco y su Mundo Imaginal se va convirtiendo en otro Don Quijote, como el mismo Don Juan de Marco lo es, sin que en esta ocasión Don Alonso Quijano reniegue del Mundo Imaginal, el cual se corporiza al final de la película, en la playa de la Isla de Eros, a la que retorna Don Juan de Marco como Ulises a Ítaca para unise en abrazos a Penélope tras su desventura en la isla de Calipso, a la que llegó desventuradamente Don Juan de Marco tras dejar atrás su pasaje erótico por las Mil y Una Noches.

Y Brando, que ha dejado de ser el psiquiatra Dr. Mickler , para asumir plenamente que es don Octavio de Flores, nos hace un guiño cerrando el film con un baile que es la antítesis del último tango que bailó en París…

¡Chapeau.!

He aquí, por cierto, una declaración de Johnny Deep sobre Marlon Brando y esta película: «.. Es un autentico animal de cine. Aprendí mucho con él. Nunca olvidaré los consejos que me dió, los llevo siempre conmigo, es mas, creo que existe un antes y un después en mi carrera, desde que hice DON JUAN DE MARCO, tanto yo, como Faye Dunaway nos sentimos como dos niños pequeños escuchando los trucos y consejos de Marlon. Era el hombre mas interesante que he conocido, su muerte fué un duro golpe para mí. Siempre estará a mi lado, haga lo que haga.»

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Marlon Brando en Don Juan de Marco, diario El Pais

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