Desvelado el simbolismo tradicional de Santa María de Quintanilla de las Viñas

Es desconcertante la vida en muchos de sus vericuetos. Y este es uno de ellos para mí: en el mismo edificio donde trabajo actualmente, lo hace igualmente Rafael Barroso Cabrera, a quien había leído en algunos de sus ensayos en torno al simbolismo de los nichos y  placas-nicho hispanovisigodas. Por un sino del destino hemos coincidido durante unos viajes de trabajo por la provincia de Soria y es entonces cuando he sabido que él era el autor y coautor de diversas lecturas que había realizado años atrás y, más concretamente, en el verano pasado. Dichoso encuentro ha sido. La diosa Fortuna nos tenía destinado tal encuentro.

El 2 de noviembre de este año de 2022 me obsequió con un ejemplar del libro “ La iglesia de Santa María de Quintanilla de las Viñas”, del que es coautor con Jorge Morín de Pablos (colega con  el que ha firmado numerosos ensayos), siendo complementados en esta ocasión con un capítulo dedicado al estudio arquitectónico del edificio, firmado por Achim Arbeiter. Se editó en Madrid, en 2001 por Ediciones B.M.M. & P; consta de 285 páginas y las fotografías son a color y en blanco y negro. Su lectura me ha subyugado y en cinco cuatro días la he concluido.

Leamos su índice…

He estado media docena de veces en esta iglesia de la burgalesa Tierra de Lara. Es fascinante. Sólo queda una mínima parte de lo que fue, pero sin duda que es la parte de la edificación más interesante litúrgicamente así como en epigrafía y en iconografía. Numerosos estudiosos han escrito sobre ella, como así lo resumen los autores de este libro…

Ahora bien, la interpretación que dan del simbolismo iconográfico y epigráfico Barroso y Morín me parece muy conforme con lo que se ha venido a denominar el “simbolismo tradicional” en el esoterismo occidental expuesto durante el siglo XX principalmente por René Guénon, pero también, en lo que respecta al arte,  por Jean Hani, Titus Burckhardt, Ananda K. Coomaraswamy y Louis Charbonneau-Lasay.

Tan solo Burckardt es citado muy brevemente en este libro que reseño sobre Santa María de Quintanilla de las Viñas y lo es respecto a su obra “La civilización hispano-árabe”, por lo que es de suponer que desconocen, por ejemplo, otras obras suyas sobre simbolismo tradicional medieval como “Principios y métodos del arte sagrado” o “Chartres y el nacimiento de la catedral”.

Son arqueólogos Barroso y Morín, grandes estudiosos del arte visigodo… “Vuestro libro de Quintanilla me parece una obra inspirada”, le he dicho a Rafael y así lo creo. Inspirada por el espíritu inherente al simbolismo tradicional del que he listado a los autores que más he leído dentro de ese esoterismo occidental que, sin embargo, tiene su origen en Oriente; autores que no parece haber sido consultados para este libro y que, probablemente, desconocen (quitando la obra andalusí de Burckardt).

La interpretación que llevan a cabo, especialmente de la iconografía del templo, está basada en textos que arrancan con el prólogo del evangelio de San Juan y el Apocalipsis de Juan, y otros que  van acopiando de algunos Padres de la Iglesia (destacaré a San Agustín de Hipona y San Gregorio Magno), comentaristas del Apocalipsis juanista, y de maestros hispanovisigodos como San Isidoro de Sevilla (“Tratado de la Naturaleza”, sobre todo), Ildefonso de Toledo (“De itinere deserti”)…

Recomiendo, sin duda, la lectura de esta obra que, desde ahora, coloco en el estante de mi librería en la que tengo diversos diccionarios de símbolos, ubicación más que merecida por la profusión de símbolos que interpretan, entre los que destaca la palmera con sus dátiles, pero también el sol y la lunas y la variada fauna representada en los roleos de los paramentos exteriores.

En este libro se nos dice que la edificación es visigoda, de finales del siglo VII o comienzos del siglo VIII. El programa ideológico-iconográfico estiman que tiene como fuente primordial el Comentario al Apocalipsis escrito por Apringio de Beja.

Los bajorrelieves de los paramentos “ayudaban a la visión de los misterios espirituales que celebraban las lecturas litúrgicas”, nos dicen para, inmediatamente señalar que, ante todo, destacaban “determinadas partes concretas del edificio que adquieren gran significación simbólica y cultual: cabecera del templo, entrada al santuario, arco del santuario, bóveda central del transepto y altar; es decir precisamente aquellos elementos que marcan la separación entre los diferentes ámbitos de la iglesia que estaban reservados a cada uno de los actores de la celebración litúrgica: spatium fidelium, chorus y sanctuarium”.  Y todo ello enmarcado en “la concepción de la iglesia como imagen material del Templo y liturgia celestiales” que, tienen como arquetipo cristiano, a la Jerusalén Celeste y liturgia del Apocalipsis juanista.

 

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