Toda imagen es polisémica, todo emblema pretende ser unívoco en su semiótica interpretativa, y todo símbolo es omniabarcante si está realmente vivo. He aquí dos portadas en las que el combate dragón-león (o viceversa) fue interpretado como emblemas de la lucha entre Portugal y España.
El de la izquerda es la portada del libro «Philippus Prudens» (1639) de Juan Caramuel Lobkowitz. El de la derecha, escrito por Antonio de Sousa de Macedo se titutla «Lusitania Liberata ab injusto Castellanorum dominio», salida de una imprenta de Lodnrés en 1645, en clara réplica iconológico-emblemática al de Caramuel.
Caramuel, en ese mismo año de 1639, publicó sus Coelestes Metamorphoses (1639) respecto a sus observaciones astronómicas y teorías al respecto del sistema solar: Así que no es de extrañar que en la portada de su libro dedicado a Felipe II tuviera en cuenta referentes astrológicos.
Mucho antes Leonardo da Vinci (1452- 1519) había dibujado un boceto en el que ambos animales combaten, llevando la parte más favorable el dragón, como podemos ver en Florencia (Galería de los Uffizi) y que podría interpretarse como un reflejo de las diatribas políticas entre Florencia (el dragón) y Venecia (el león de San Marcos).
Este dibujo leonardiano sirvió de modelo para otros pintores y dibujantes en el Renacimiento.
En ocasiones se añadía un tercer animal: el lobo. Así lo dibujó, por ejemplo, el también italiano Marco Dente Marco Dente (activo en 1515 y fallecido en 1527, Roma).
Y he aquí otro dibujo paralelo.
Es posible que el lobo o loba sea el emblema del Papa, el dragón (verde) sea un referente emblemático recordatorio de los gibelinos y el león represente a los guelfos papistas.
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