Una vez desvelado que William Blake fue el principal «alimento» y «bebida» esotérica del que «comió» y «bebió» día a día Neville Goddard en su vida adulta, muy probablemente desde 1931 hasta su fallecimiento en 1972, es el momento oportuno para señalar que, a su vez William Blake, tuvo como referentes principales a Boehme y Paracelso, así como a Swedenborg, en lo que concierne a su concepción de la Imaginación Creadora, que tantísimo influyó en Neville. Y por cierto que a la concepción «escatológica-imaginal» de Enmmanuel Swedenborg (1688-1772) y varios aspectos creativos de la imaginación le dediqué catorce páginas en Perdidos en el Mundo Imaginal (2010, Mandala Ediciones), a donde remito al lector interesado.
Aureolus Philippus Teophrastus Bombastus von Hohenheim, alias Paracelso (Zúrich, 1493 – Salzburgo- 1541) fue médico y cirujano, alquimista, astrólogo, mago, exégeta y teólogo. En el año 2000 publiqué mi ensayo «Paracelso y su alquimia, según Jung» donde resumía algunas claves alquimistas paracelsianas. Entre otras conclusiones, decía:
«Como médico y alquimista otorgaba gran importancia al orden cósmico tradicional de la astrología; orden en el que existe un entrelazo anímico-psíquico y físico entre el macrocosmos y el microcosmos, identificándose a éste con el ser humano: «Pues el cielo es el hombre y el hombre es el cielo, y todos los hombres un cielo y el cielo sólo un hombre». Éste último era denominado por Paracelso como «hombre grande», «Adech» o «Archeus», «Protothoma», «Idechtrum»…, que no son sino nombres que personifican al concepto hermético del «Anthropos» u «hombre primigenio», que suele tener casi siempre una magnitud cósmica y que, en otras cosmogonías, son «Prajapati» y «Purusha» en los Vedas, «Gayomard» en Irán, «Metratón» en el Zohar kabalístico.., etc. [El Anthropos Cósmico reaparece con gran intensidad en Swedenborg, William Blake y, cómo no podía ser menos, en Neville Goddard].
Paracelso, en este sentido, insistía en la presencia del «Astrum in corpore». He aquí algunas de sus afirmaciones: «El verdadero hombre es el astro en nosotros», «El astro desea llevar al hombre a una gran sabiduría», escribió igualmente. La fuerza de la acción del astro en el hombre es la «imaginatio» (imaginación), por la que fluye la influencia del «hombre interior superior», del Anthropos, que no es sino el Sí-Mismo de la psicología junguiana.. ».
Nos aclara Alexandre Koyre que el Astrum es el Alma del Mundo (Anima Mundi) «que lo habita, lo dirige, lo conduce y que se expresa por la posición de los «astros» como el alma humana se expresa o expresa sus estados interiores por la mediación de su cuerpo».
Y nos indica que para Paracelso el Astrum influía en el cuerpo y psique del ser humano, pero que, a través de la fuerza mágica de la imaginación verdadera -no de la fantasía, la psique humana podría transformar su entorno influyendo en el Astrum, aspecto este último que hay que tener muy en cuenta como precedente histórico de la enseñanza de Neville sobre la plasticidad creativa de la imaginación.
«Por un lado, el alma humana sufre la influencia del Astrum y cuando se libera un poco de los lazos del cuerpo se va a «fabular» con el alma del mundo y a relacionarse mediante sueños maravillosos, hecho que se produce especial, aunque no únicamente, durante el sueño. Por otro lado, está la influencia inversa, la del alma humana, que a su vez puede influir en el alma del mundo, puede «sugerirle» ideas y sueños. Esta entonces las piensa y las imagina por sí misma y, al pensarlas e imaginarlas, las realiza en el mundo. De esta forma el alma puede ordenar a los astros, puede dirigir los acontecimientos, puede incluso, con su ayuda, producir o hacer producir seres nuevos».
La imaginación es la fuerza mágica por excelencia en Paracelso, como lo será igualmente en Boehme, Blake y Neville. «Si tuviésemos una imaginación lo suficientemente fuerte, podríamos cambiar por completo el aspecto y forma exterior de nuestro cuerpo, como cambiamos el aspecto y la expresión de nuestro rostro, que expresa la forma que el alma le imprime por la imaginación y la voluntad», resume Koyre. Y añade: «Una vez formada la imagen, esta sirve de molde a la potencia plástica del alma que trata de fluir a su través, de realizarla y realizarse en ella…»
El prototipo de la facultad creadora de la imaginación humana lo encontramos en el inicio del Génesis bíblico, en la que Dios crea el mundo imaginándolo, «concibiendo las cosas en su imaginación» y corporizándolas mediante su Palabra Creadora: el «fiat» en latín, el «kun» en árabe, el «sea» castellano… Así que en Paracelso Dios es «padre» del universo, considerado este como un Anthropos Cósmico.
Por otra parte, la fe es esencial. Al respecto, resume Koyre: «La fe es, por así decir, el centro del ser espiritual; es la fuente de su potencia; es la que engendra al hombre nuevo, al hombre espiritual; es la que alimenta y dirige la matrix mágica de la imaginación…Su fe, su imaginación le lleva hacua una o hacia otra de las regiones o planos del ser que constituyen el mundo paracelsista».
Textos de Paracelso sobre la imaginación
Concretamente, por ejemplo, escribió Paracelso: «La imaginación es como el sol, cuya luz no es aprehensible, pero que puede, no obstante, prender fuego a una casa. Ella dirige la vida del hombre. Cuando el hombre piensa en el fuego, arde; cuando piensa en la guerra, provoca la guerra; y es únicamente cosa de imaginación del hombre ser incluso sol, o sea, el hombre tiene que hacer totalmente suyo el concepto de aquello que realmente quiere.»
También suya es esta opinión: «El alma es una fuente de energía dirigida por ella misma y que se propone a través de la imaginación un objetivo a realizar. Las ideas que nosotros concebimos son centros de fuerza que pueden cobrar vida y ejercer [una] influencia [decisiva] .»
En el Libro de las entidades: «Así como el hombre construye la tierra según su voluntad mediante su cuerpo, también así mediante su imaginación construye el cielo en su astro… La imaginación confirma, coronada mediante el conocimiento, de lo cual se sigue que la imaginación origina un Espíritu… Pero la fantasía [phantasey] no es imaginación [Imaginatio vera], sino la piedra angular de los locos..».
Asimismo en el Novum lumen dice: «Al filósofo inteligente le ha sido permitido por Dios, por el camino de la naturaleza (per naturam), hacer que aparezcan las cosas ocultas en la sombra y quitar de ellas la sombra… Todas estas cosas ocurren, y los ojos de las personas normales no las ven, pero los ojos del entendimiento (intelectus) y la imaginación las perciben (percipiunt) con una mirada (visu) verdadera, la más verdadera.»
NOTA: Recomendamos la lectura de Enigmas de Paracelso, el Noble Viajero
Muy interesante Miguel gracias por compartir.
Saludos Angel gracias por compartir ésta información para expandir conciencias.