La Sombra del Dios creado en las Creencias Bíblicas
¿Por qué existe el Mal y el sufrimiento si Dios es Bueno y Misericordioso, según nos enseñaban en la catequesis y en los púlpitos…? ¿Cómo es posible que siendo Omnipotente consienta el Mal y que éste impere en el desarrollo histórico de la Humanidad puesto que el humilde y bueno, el hombre honesto y justo, es humillado, robado, herido, asesinado…mientras que, en este mundo, triunfa su opuesto..? ¿Acaso el ser humano no hace sino plasmar con sus actos -sean cuales fueren su categoría moral-ética-, el «potencial divino» inherentemente innato puesto que, según el Génesis, Adán fue creado «a imagen y semejanza» de la divinidad..?
El Antiguo Testamento va mostrando, en diversos pasajes de sus libros, las concepciones de sus escritores en torno a estas cuestiones y otras muchas, siendo quizás el punto culminante el Libro de Job que no es sino una adaptación del mitema del Justo Doliente, como escribí en mi libro Y la vida sigue, donde explico las respuestas que he hallado a estas «grandes cuestiones filosófico-vitales». Asimismo, ajenos al cánon bíblico, multitud de libros trataron de exponer diversas explicaciones al respecto, como lo demuestran los manuscritos del Mar Muerto o Qumram, las ya citadas obras del Libro de Enoc I y Jubileos consultados por Aronofsky, los llamados evangelios gnósticos y otros textos del gnosticismo cristiano durante los tres primeros siglos de la cristiandad…
Dios es una «conjunción de opuestos», afirmó el cardenal Nicolás de Cusa a mediados del siglo XV, como se ha manifestado secularmente en el esoterismo. Todas las posibilidades pueden manifestarse sin llegar a agotar la infinitud divina, pues nada puede ser ajena a ella puesto que, si así sucediera, entonces habría otro dios y ello no es asumible en la concepción no-dual, que es la que me parece más profunda.
Rigor y Misericordia son las dos «manos» de Dios en las tres religiones del Libro y Dios tiene muchos Nombres-Atributos (en el Islam se ha meditado mucho acerca de los 99 más bellos Nombres de Dios), que son, cual arquetipos, quienes tienden a manifestarse fenoménicamente en todos los estratos-estados-niveles de la Creación cual «emanaciones plotinianas» que plasman la Inmanencia de la Divinidad.
Mas en la película de Aronofsky tan sólo uno de los Nombres es conocido por los humanos caínitas y por Noé y su familia: el Creador (en el Libro de los Vigilantes incluido en Enoc I, en cambio, se le reconoce como Altísimo, Grande, Santo y Señor). Y es un Creador en el que la Trascendencia Divina se impone plenamente, sin dar paso a la Inmanencia (cuestión que nuestro gran metafísico andalusí Ibn al Arabí puso de relieve en el capítulo tercero dedicado a Noé en el Libro de los Engarces de las Sabidurías). Un Creador en el que -como ha querido reflejar la película de Aronofsky-, el Rigor y el Castigo se impone sin mostrar piedad, misericordia, clemencia…
Y ante tal faz oscura de la divinidad, el ser humano parece completamente impotente…
Acercándonos a nuestra época, Jacob Boehme logró conciliar las aparentes dualidades, y lo mismo hizo William Blake especialmente en su obra magna Jerusalén y en su Juicio Final. En el siglo XX cabe destacar sobre todo la coniunctio oppositorum junguiana, meta del proceso de Individuación mediante la complementación de las cuatro funciones psíquicas (en bastantes aspectos similares a los cuatro Zoas de Blake).
Aronofsky lo resuelve en la película Noé con dos escenas: la transformación de los desdichados Vigilantes en seres de luz angelical que retornan a los Cielos y la interpretación que la extrabíblica Ila (Enmma Watson) realiza de las visiones de Noé y del Diluvio manifestándole al desolado Noé -que se siente culpable de la extinción de la Humanidad al ser co-partícipe con el Creador de tal magnicidio pues no ha querido ayudar a nadie ajeno a su familia- que el Creador le escogió porque sabía que podía escoger entre el Bien y el Mal, entre el Rigor y la Clemencia. Tal libre albedrío existe en Noé porque, como hombre justo de la estirpe de Set y no de Caín, la semilla del Bien puede brotar en cualquier momento, y por tanto de él depende que la Humanidad subsista a través de su familia o quede extinguida plenamente si se mantiene en su actitud cerril e irreflexiva de total sometimiento a la Trascendencia del Creador, obviando su Inmanencia.
Mediante el amor y la misericordia al ser abuelo, Noé supera su obcecamiento y la convicción de que impera el Mal, que él ha visto reflejado en su visita al campamento cainita y viéndose a sí mismo como si fuera uno de ellos (escenificación de la Sombra junguiana). Y, por cierto, no es malo recordar, aquí y ahora, que el nuevo Nombre de Dios que se enseña fundamentalmente en la Buena Nueva de Jesús es el de «Padre» (y un abuelo es el Gran Padre como padre del padre).
Los artículos de Ángel Almazán sobre Noé de Aronofsky
– Noé de Aronofsky, Ángeles Caídos y la Oscuridad del Creador -1-
– Noé de Aronofsky, Ángeles Caídos y la Oscuridad del Creador -2-
– Noé de Aronofsky, diluvios cíclicos y francmasonería
– Noé de Aronofsky, lo visionario chamánico