En octubre de 1992 tuve la oportunidad de viajar a Suiza y, desde Lugano, subí en taxi hasta Montagnola para rendirle mi particular homenaje al escritor y pensador alemán Hermann Hesse, asentado a sus 42 años de edad en esta localidad del Ticino: desde 1919 hasta su fallecimiento el 9 de agosto de 1962.
Recorrí el pueblo y estuve ante Casa Camuzzi, que fue durante años su residencia y donde escribió algunos de los libros que más me han impactado de su obra: El último verano de Klingsor, la gran novela Siddartha (1922), El Lobo estepario (1927) y Narciso y Goldmundo (1930). Cada una de ellas era totalmente distinta, muy diferente en su temática y en su forma narrativa, pero muy intimistas igualmente.
Lobo estepario me he calificado en muchos escritos y, por otra parte, confieso haberme sentido durante mucho tiempo afín al personaje de Siddharta, y a esa búsqueda de la sabiduría oriental, que reflejaba la del propio Hermann Hesse, según se desprende de una carta que escribió en 1919: «Desde hace muchos años estoy convencido de que el espíritu europeo está en declive y necesita volver a sus fuentes asiáticas. Durante años he honrado a Buda y he leído literatura india desde mi más temprana juventud. Después me acerqué a Lao Tse y a los demás chinos. El viaje a India [1911] fue tan sólo un pequeño complemento e ilustración de estas ideas y estudios.»
Previamente había escrito otra de las grandes novelas que más impacto tuvieron en mí durante la década de mis veinte a los treinta años y que tiene un fuerte simbolismo junguiano: Demian. Y posteriormente, ya instalado en Casa Rossa, publicó su novela más iniciática, Viaje al Oriente (1932). También hay otro relato, a modo de cuento y muy esotérico, que regalaba a algunos de sus amigos y visitantes especiales: Las metamorfosis de Piktor.
Estuve ante su tumba y de tal momento guardo como recuerdo estas dos imágenes.
Y allí, ante su tumba, le dí las gracias por sus libros, por todo lo que me había influido su lectura, por tantas y tantas horas magníficas leyendo sus obras, como un poseso, mientras cumplia el servicio militar en tierras de Valencia…, por haber sido el escritor de novelas que mayor influjo había tenido en mi vida… Y alguna lágrima humedeció mis mejillas.
Y ahora, a mis 54 años, concluyo este recuerdo a H.H con este poema suyo a un novicio zen:
Aunque todo sea mentira e ilusión
y siempre innombrable la verdad,
con todo la montaña me contempla
recortada y perceptible con justeza.
Ciervo y cuervo, rosa encarnada,
mar azul y mundo tan variado:
concéntrate, y él se deshace
en lo informe y en lo anónimo.
Concéntrate y recógete,
¡aprende a ver, aprende a leer!
Concéntrate, y el mundo en apariencia se convierte.
Concéntrate, y la apariencia en esencia se convierte.
Cordial saludo.
Mi nombre es Edgar Gutierrez, actualmente vivo en Konstanz (Alemania), me gustaría saber si es fácil ubicar la tumba del gran escritor Hesse, soy fanático de el desde hace ya muchos años.
Agradezco cualquier información de como llegar a la tumba.
Cordialmente
Edgar Gutierrez