La estirpe del Mago-Chamán-Sacerdote en Noé-Aronofsky
Darren Aronofsky nos presenta en su Noé dos tipos de iniciación, la cainita representada por Tubalcaín y la de los patriarcas de la estirpe de Set, concretamente Matusalén, Lamech y el propio Noé. La primera, pervertida en la película, es propia de la casta guerrera, la segunda es la del mago-chamán-sacerdote cuya «barakah» (influencia espiritual) se transmite en un acto iniciático en el que la piel desprendida de la serpiente primordial -antes de tentar a Adán y Eva- es enrollada en el brazo y mano del mago-chamán-sacerdote. Una transmisión iniciática «ofídica» vinculada a la sabiduría y a la taumaturgia (que faculta para ser sanador-curandero,chamán, mago…).
Aronofsky sabe muy bien el auge que tuvo el movimiento psicodélico especialmente durante el período hippy, y seguro que igualmente ha leído algún libro de Carlos Castaneda y posiblemente conozca parte de la obra de Stanislav Grof (uno de los fundadores de la Psicología Transpersonal) y algunos de los logros de la neurobiología en lo que respecta a «estados visionarios» activando el sistema límbico.
Si unimos todo ello y lo combinamos a modo de cóctel, la bebida que surge es ese falso té que Matusalén (Antony Hopkins) ofrece a su nieto Noé (Russell Crowe) en su cueva para que tenga mejores visiones que las que ha tenido en su tienda, es decir, que resulten más comprensivas, más fáciles de interpretar.
El Noé de Aronofsky es un visionario… ¿Las visiones que tiene, cual sueños, en la tienda son naturales o están inducidas quizás por las infusiones de algunas de las hierbas que recoge de la tierra pacientemente? Pudiera ser lo segundo puesto que el brebaje alucinógeno que le proporciona Matusalén así parece sugerirlo.
Hay diversas técnicas, pasivas y activas, para provocar «estados alterados de conciencia» y una de ellas es ingestión de drogas alucinógenas o enteógenas, y en la película de Aronofsky ello acontece -sin duda alguna- en la escena del interior de la cueva cuando Noé ingiere el falso té preparado por su abuelo (que es un gran mago y curandero, además).
El uso de este tipo de drogas en diversos rituales religiosos parece ser un hecho. No en todos, obviamente, pero sí en algunos, como parece ser que aconteció en los Misterios de Eleusis. Pero igualmente es cierto que la psique humana, espontaneamente y de forma natural, está capacitada para acceder a experiencias trascendentes, no-ordinarias, místicas, espirituales o como queramos denominarlas, y son además las más saludables y más perfectas y profundas (y que conste que este «escribidor» tan sólo ha fumado dos caladas a un porro en sus años juveniles…pues rechazo el uso de este tipo de drogas para la búsqueda iniciática).
La ingesta de las sustancias activas de tales drogas -que tienen el peligro de la adicción y de efectos psicóticos permamentes, incluida la muerte- provoca los siguientes efectos, según resume Francisco J. Rubia en su libro La conexión divina:
«Los síntomas producidos por estas sustancias son muy variados. Pueden aumenar la intensidad de las percepciones, visuales o auditivas, los colores pueden aparfecer mucho más vivos y los objetos más plásticos. Se producen alucinaciones visuales, auditivas u olfativas, síntomas de despersonalización o desrealización, modificaciones de la imagen corporal, separación del ego del resto del mundo, visiones sagradas de la realidad, experiencias místicas, alegrías y bienestares profundos; pero también se han referido síntomas desagradables como visiones apocalípiticas, torturas y crueldades, muertes, sentimientos paranoides, miedo y pavor ».
En el cómic Aronofsky ha sido más atrevido, más «psiquedélico», más cabalístico (el Árbol Sefirótico aparece de fondo en la escena chamánica entre Matusalén y Noé).
Y por cierto que la Cábala, concretamente el Zohar (escrito en Guadalajara por Moisé de León), está presente al inicio de la película en la escena de los incorpóreos Adán y Eva en el Jardín del Edén, pues dice el Zohar: «Cuando nuestro padre Adán habitaba el Jardín del Edén, estaba vestido, como todos los que estaban en el cielo, con una prenda hecha de la luz superior. Cuando él fue expulsado del Jardín del Edén se vio obligado a someterse a las necesidades de este mundo, ¿Qué pasó? Las Escrituras nos dicen que Dios le hizo al hombre y su mujer túnicas piel y los vistió, pues antes tenían túnicas de luz, de la luz más alta utilizada en el Edén…».
Basten pues, estos apuntes, para contextualizar esas escenas visionarias y de curanderismo que aparecen en esta extraordinaria película de Darren Aronofsky, y con este post concluyo la serie de comentarios que he dedicado a Noé, film que bien puede ser objeto de una tesis doctoral multidisciplinar.
Los artículos de Ángel Almazán sobre Noé de Aronofsky
– Noé de Aronofsky, Ángeles Caídos y la Oscuridad del Creador -1-
– Noé de Aronofsky, Ángeles Caídos y la Oscuridad del Creador -2-
– Noé de Aronofsky, diluvios cíclicos y francmasonería
– Noé de Aronofsky, lo visionario chamánico
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