Cinesofía de «Madre», nuevo metarrelato de Aronofsky

Si antaño hemos «cinesofiado» en este blog de dos filmes de Darren Aronofsky (La Fuente y Noé), hoy le corresponde a «Madre«, un film que he tenido el privilegio de ver en una sala de cine sin que hubiera ningún otro espectador (experiencia que tiene su «numinosidad», por otra parte).

Aronofsky, como señalábamos en nuestros artículos anteriores, es un pensador y una persona hondamente preocupada por diversos temas existenciales, filosóficos, religiosos y hasta esotéricos. Expresa sus meditaciones, angustias y esperanzas a través de la cámara cinematográfica. Aporta su particular «revisionismo» sobre diversos temas arquetípico-míticos. Y en esta ocasión lo hace desde el Génesis bíblico al Apocalipsis del vidente de Patmos, Juan. Pero, claro, lo hace a su forma, tal como se le ha presentado a su psiquismo su «revisionismo fílmico aronofskyano» con sus implicaciones subjetivas y «colectivo arquetípico-míticas».

Muy lejos está el «revisionismo» neotestamentario que hiciera José Luis Cuerda en «Así en el cielo como en la tierra» donde Fernando Fernán Gómez interpretaba a Dios Padre, pero pese a todo algunas relaciones pueden encontrarse entre ambas películas que no viene al caso describir ahora. En el film de Aronosfky quien interpreta a Dios es nada menos que el español y oscarizado Javier Bardem, llamado Él, denominación propia de la divinidad en Oriente Medio desde la Antigüedad, y sólo al final de la película nos aclara que es «Yo Soy el que Soy», que es el nombre dado por Él a Moisés en el Sinaí.

Aronofsky nos presenta a un dios imperfecto que se complace en recrear el «Mundo» incesantemente al final de cada apocalipsis sin aclararnos al término de la película si es al modo nietzschiano del «Eterno Retorno» (siempre repitiéndose lo mismo), o al modo del «Día de la Marmota» (con modificaciones motivadas por la voluntad-comportamiento de sus «creaturas» y también de su compañera, «Madre»), o si tal renovación del Mundo lo es en el sentido de los grandes ciclos del hinduismo (manvantaras, yugas, etc..). En todo caso, es un tiempo cíclico, no lineal.

En el hinduismo, por cierto, se menciona que el Cosmos-Universos-Mundos y, por tanto, la existencia de los seres, es un Juego (Lila) Divino. Concepto demiúrgico lúdico que puede adscribirse a Él-Bardem. Y si en el hinduismo la divinidad recurre a Maya-Shakti-Prakriti, como Matriz-Madre de todo lo creado, Aronofsky coloca para tal función al Amor de Ella, la compañera de Él-Bardem, interpretada por Jennifer Lawrence que simboliza a una especie de Gran Madre o Madre-Tierra, Gea…

Ella es la Gran Musa, la Inspiración de Él, llamado también «El Poeta» por los seres humanos que van irrumpiendo en la casa octogonal en la que viven solos Él y Ella.  Aronofsky, sin duda, sabe que para el Romanticismo inglés, literario francés y Modernismo hispanoamericano, la figura del poeta es considerada como un vate divinizadoe incluso el ser humano más perfecto y más amado por Dios. A su vez los poemas -para los teóricos y grandes poetas de estos movimientos literarios-, expresaban lo más esencial de la vida y de los Mundos-Universos. Pues bien, Él-Bardem-El Poeta, inspirado por Ella-La Madre, aporta vida con sus poemas al Mundo (recordemos que en algunas concepciones religiosas y esotéricas el Mundo ha sido considerado como un Libro y cada palabra un ser).

Y si en algunas mitologías la Creación ha sido explicada como una acto de la Divinidad para salir de su Soledad, para sentirse acompañado, en la película de Aronofsky se repite este mismo argumento.

Igualmente se dice en algunos mitos que Dios es como un niño que está aprendiendo y, por tanto, va cometiendo errores en su creatividad demiúrgica cíclica. Y lo mismo parece acaecerle a Él-Bardem-El Poeta, además de ser «tan inocente como un niño» y tan «egocéntrico» como los niños puesto que sólo busca su propio bienestar, lo que conlleva un menosprecio contínuo a su Compañera, a Ella-La Madre.

Y si en al Biblia es la serpiente la que «contamina-seduce» a Eva y ésta a Adán, siendo así expulsados del Paraíso, en el film de Aronofsky son estos (Michelle Pfeiffer y Ed Harris) los que «seducen» a Él-Bardem-El Poeta y provoca que la relación entre Él y Ella se enrarezca y la vivienda octogonal comience a dejar de ser paradisíaca. El fratricidio que acontece en la casa octogonal (evocando el asesinato de Abel por Caín), la irrupción poco a poco -y a veces en avalancha- de más y más personas hasta ser una multitud, en la casa va tornándose más y más opresiva para Ella-La Madre mientras Él se siente adulado, admirado, venerado, endiosado por sus admiradores que pasan a convertirse en sus discípulos, apóstoles y fieles creyentes, puesto que se origina una religión en torno a Él.

En fin… Todo se va acelerando a partir de la segunda mitad de la película hasta su apocalipsis. Él y Ella tienen a un niño que será descuartizado (cual Dioniso Zagreo) por la enfervorizada multitud y consumido eucarísticamente mientras todo tipo de vicios y desórdenes se dan dentro y en el entorno de la casa octogonal. Aronofsky nos muestra por tanto su visión pesimista y escéptica sobre los valores del culto fanático religioso que, en su opinión, convierte en «zombis» a los más fervientes y dogmáticos creyentes. Además ve a la humanidad como inevitablemente abocada a todos los vicios y males, sin  posibilidad de ser redimida.

Muchas otras posibilidades hermenéuticas ofrecen los metarrelatos implícitos en esta película y, ciertamente, se están dando por cinéfilos diversos, pero a mí me ha interesado mostrar-destacar los que aquí he expuesto. Aronofsky, desde un enfoque «guenoniano», es muy «antitradicional» en esta particular visión cinematográfica sobre la creación, el decurso histórico de la humanidad y su vinculación con «lo religioso», ya que el sincretismo mitológico-religioso que plasma es contrario al «corazón del esoterismo tradicional».

Y no he querido referirme al simbolismo del octógono que, evidentemente, hay que aplicar a la figura geométrica escogida por Aronofsky para la Casa de Él-Ella, ni tampoco he destacado el simbolismo del diamantino corazón de Ella…  ¡Quizás para otra ocasión…!

 

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